lunes, 15 de diciembre de 2014

Ingredientes que estropean el caldo: Enemigos del placer

Factores culturales, mensajes subliminales en publicidad, películas, comentarios de amigos o familiares y un largo etcétera han tatuado en muchas personas…adolescentes… hombres y mujeres…niños y niñas…tres palabras enemigas de toda hedonía sexual: MIEDO, VERGÜENZA Y CULPA.

Estos tres sentimientos nos acompañan en nuestras vidas diarias como “el pan nuestro de cada día” impidiéndonos en muchos casos realizar o disfrutar de todo aquello que nos gusta y  de todo lo que nos rodea.

Seguro que recuerdas la culpa que sentiste después de haberte comido aquel sabroso pastel de chocolate, el miedo en las tripas la primera vez que montaste en avión o la vergüenza porque aquel chico o chica supiera que te encantaba. Es sabido que las emociones en muchas ocasiones son aprendidas y, para según que cosas, pueden ser hasta sanas formando parte de nuestra naturaleza habitual. Pero, que pasa cuando cocinamos un plato con los ingredientes equivocados o en mal estado? Efectivamente lo que estás pensando, que el plato no sabe bien o se estropea.

Pues eso mismo es lo que pasa cuando añadimos al plato de nuestra sexualidad y nuestra erótica ingredientes como el miedo, la vergüenza o la culpa. Vivir cualquier estado emocional con intensidad y fuerza en contextos no adecuados puede acarrearnos consecuencias negativas para nuestra salud física y mental como altos niveles de ansiedad, estrés o un gran decaimiento, entre otros.

Puede alterar la percepción que tenemos de la situación, la manera de relacionarnos con los demás, nos inhiben o nos retraen escondiendo nuestras emociones u opiniones haciéndonos caer a veces en la archiconocida “deseabilidad social”, nos despierta un manierismo que nos artificializa cualquier cortejo o proceso de seducción…dejando en el mismísimo olvido a nuestro verdadero YO, nuestra verdadera esencia. Esa que adereza todos nuestros platos, esa que le puede dar “ese toque final”, esa que hace que resultemos deseables por nuestra transparencia. Sentimientos fuera de contexto asesinan cualquier forma de libertad y por tanto de felicidad, si caemos en ello cometemos el mayor de los crímenes hacia nosotros mismos.

Expresiones del tipo “no te toques ahí que es pecado”, “ las chicas que llevan esas faldas tan cortas y esos escotes van buscando guerra”, “esa es una fresca cada día esta con uno”, “fulanito no cumple porque dura muy poco”, “ no te hagas pajas o te quedaras ciego y te saldrán granos enormes”, “mi novio no da la talla”….y un largo elenco de ellas han elaborado el terreno sobre el que sembrar la mayor parte de las disfunciones sexuales presentes tanto en hombres como mujeres. Expresiones vagas sin especificar y cómo no! centradas únicamente en lo sexual han etiquetado a hombres y mujeres, han organizado y controlado los gustos, las preferencias y hasta los encuentros sexuales de muchas personas desde que el tiempo es tiempo.

El miedo a no dar esa famosa talla, a no ser un o una buena amante, al que dirán, a que me digan que “no” y decir “no”, a explorar mi cuerpo…otros cuerpos; a preguntar, a nombrar las cosas por su nombre, el miedo a ser señalado…miedo, miedo y más miedo. El miedo nos hace ser cautos pero a veces tanto que ejercemos un exagerado control sobre las situaciones, los momentos o nosotros mismos…dificultando el disfrute.
La vergüenza por no tener ese cuerpo de portada de revista, por no lucir un “six pack” en la playa, por no gustarme cuando me miro al espejo y no estar a gusto con mi cuerpo, porque me vea el otro mientras me desnudo o me desnuda…estar pendiente continuamente de ocultarte te aleja de lo que eres y de lo que deseas. Te impide sentir lo placentero de una caricia por tu pecho por estar pendiente de que mi pecho o no es lo suficientemente grande o no está lo suficientemente duro.

La culpa por haberme dejado llevar por las pulsiones internas de mi cuerpo y haber caído en la tentación de explorarme los genitales recibiendo como premio un orgasmo inesperado, porque me gusten los chicos siendo chico o las chicas siendo chica, por ser una mujer encerrada en un cuerpo de hombre o un hombre que se viste con piel de mujer…este sentimiento puede llegar a ser el más incapacitante a la par que la mejor forma de controlar a las personas y obligarlas a “cumplir” con esa moral religio-conservadora a la que nos han venido acostumbrando, con el único fin de tener “el rebaño controlado”.
La sexualidad debemos verla y transmitirla como algo positivo, como algo perteneciente a las personas, debemos evitar venderla como algo peligroso con lo que hay que tener cuidado, pero sin dejar de lado cualquier tipo de práctica que pueda entrañar un riesgo.  Hay que eliminar de ella todos esos mensajes que van pintados de miedo, culpa o vergüenza y enseñar a las personas a que sepan qué hacer para evitar esas consecuencias negativas que se puedan derivar de toda práctica mal hecha…solo entonces podrán ver y disfrutar la sexualidad como el mejor plato que se puedan comer, dejaran de tener miedo a aderezarlo con lo que mas les guste, no sentirán vergüenza por que su presentación no sea la más bonita o estética y desaparecerá la culpa porque a otros no les guste el plato…

Explorar, disfrutar y explotar la erótica es un viaje que elegimos hacer o no. Por eso te invito a que te montes en el barco y navegues por los mares de los besos, las miradas, los olores…las montañas del tacto, del terreno de los cuerpos, de la piel y te eleves a los aires de los escalofríos, del vello erizado, de las explosiones orgásmicas…que abras la puerta al disfrute y al vivir. Deja fuera de esta fiesta al miedo, la culpa y la vergüenza. Este viaje lo puedes hacer en solitario o acompañado, eso lo dejo a tu elección…pero recuerda que “sólo el conocimiento nos hace libres”… descúbrete y podrás volar un poco más alto.


DAVINIA CABELLO TENA
PSICÓLOGA Y SEXÓLOGA



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