sábado, 19 de diciembre de 2015

Claves emocionales para una jornada de reflexión

Las emociones regulan nuestro comportamiento diario y decisiones (y como se puede ver en la película "Del Revés" cada una cumple su función y todas son necesarias). Antonio Damasio demostró que la emoción tiene una función fundamental en las decisiones, y que nos sirve de guía, al igual que la razón. Siguiendo en la línea de Damasio, considero que es importante tener en cuenta un aspecto fundamental de los mensajes políticos y que suele pasar desapercibido: son mayoritariamente irracionales (dicho de otra forma… emocionales). Los mensajes políticos, al igual que los pensamientos irracionales cotidianos, nos crean un malestar y nos los creemos a pesar de que no sean ciertos o no haya evidencia. El problema no proviene de las emociones, sino de identificarlas y gestionarlas para tomar las decisiones que queramos. 

A la hora de votar, por supuesto tiene mucho que ver la personalidad de los votantes, las preferencias y las actitudes propias y adquiridas.. Aunque ni que decir tiene que no todo tiene que ver con las emociones, sino con las preferencias racionales respecto al programa político (aquí trataré solo los aspectos emocionales).



Los políticos usan algunas “trampas irracionales” como la dicotomización (bueno/malo), la sobregeneralización (para todos), la selección de información (que les ensalza), visión excesivamente positiva de los fallos, la adivinación de futuro (catástrofe por otros / bienestar por méritos propios), la autoridad como poseedora de la razón, el razonamiento emocional (vota el miedo, no tu) y otras tantas que hacen que los  votantes se sientan con las manos atadas y se dejen llevar por las emociones. He escuchado algunas personas que, no sin razón, han dicho que “con el corazón votarían a X, pero con la cabeza votarán a Y”. ¿Y qué es eso de la cabeza y del corazón?. A veces nos confundimos y pensamos que el pensamiento, por el mero hecho de tenerlo es cierto y tenemos razón, pero nada más lejos de la realidad. 

¿Cómo influyen las emociones en las votaciones? ¿Cuáles son las emociones que utilizan?. El PP y el PSOE se echan las culpas uno a otro, en una contienda particular, mientras que el PSOE no puede ocultar su ira dada su amenazada situación mientras los nuevos partidos se abren camino a golpe de promesas, ilusiones y de esperanzas. Por supuesto, el PP y el PSOE tienen que luchar a su vez contra estas nuevas “amenazas” lo cual consiguen mediante su estrategia del el miedo al cambio. Por otro lado, el PSOE tiene la ambivalente y delicada situación de fomentar la paradógica idea de un cambio “a lo ya conocido”. Por supuesto, todos los partidos intentan generar ira en los votantes, encasillando a los demás partidos como amenazantes para la integridad de España, y por tanto, para los ciudadanos. (El PP culpa al PSOE de la crisis, el PSOE culpa al PP del paro, etc.)

El “circulo de seguridad”, junto a la “indefensión aprendida” (el hecho de que no podemos hacer nada como ciudadanos ante una amenaza, dado que ellos son “los que hacen todo” -cual padres sobreprotectores-) es el arma más potente del miedo, y es el que usan los partidos veteranos. Se basa en la idea de que es mejor lo bueno conocido, y de ésta forma no salir del círculo “por si hubiera algo peligroso fuera”. Por supuesto, esto no permite el cambio, pero en contrapartida evita el malestar de enfrentarse a lo “desconocido” (aunque esto pueda ser mejor). Las personas mas “conservadoras” en las decisiones, tenderán a evitar el malestar de lo nuevo, mientras que las personas más “flexibles” tenderán a experimentar nuevos cambios y a escuchar otros mensajes que les motiven a salir del círculo. En cualquier caso, los votantes tenderán a votar a la persona que más le garantice esa “seguridad” o dicho de otra forma, les quite ese “miedo” y “amenaza” (que quizás el mismo partido ha inoculado a través del círculo de seguridad) y/o por otro lado que les de "esperanza" (ya sea rompiendo el círculo o esperanza dentro del mismo). 

Aparte del miedo a lo desconocido hay otros mecanismos por el que las personas no cambian de parecer, a pesar de las circunstancias: identidad rígida (etiqueta), reprobación del círculo social o el hecho de que los esquemas propios puedan verse contrariados y se produzca lo que se llama una “disonancia cognitiva” (por ejemplo, malestar por pensar que “somos” de una ideología y votar otra cosa). Este “desconocidio” (o tendencia a eliminar lo desconocido) es la mejor forma que tienen algunos partidos de atacar a las nuevas amenazas emergentes, las cuales contraatacan con la ilusión y la esperanza de un cambio positivo como rezan sus slogan “cambio y no recambio” o “cambio sensato”. O lo que es lo mismo, motivan a un cambio, piden que los votantes se “arriesguen” para ganar.


Para finalizar, os quiero dejar con una propuesta para ésta jornada de reflexión. Poned la televisión o la radio, e independientemente de las creencias que tengáis, simplemente experimentar las emociones que os evoca el escuchar a uno y a otro candidato. Quizás, como dice Damasio, las emociones sean un buen motor (aunque no el único) para la toma de decisiones.

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