martes, 20 de septiembre de 2016

¿Sabes lo que hace tu hijo/a en el colegio? Claves para la intervención en caso de acoso escolar.


El inicio de un curso escolar puede ser un momento de dudas y miedos para los padres y los alumnos. Y no es extraño, dado que es un momento de cambio y una pequeña “nueva etapa” que será importante como experiencia para el desarrollo emocional y social de la persona. Una de las mayores inquietudes que se generan, sobre todo al iniciar el curso, son las relaciones entre los estudiantes y el posible acoso entre ellos. En éste caso, y con la motivación de experiencias propias, comenzaremos por describir el acoso escolar para ir acercándonos a las soluciones, tanto desde el centro educativo, como en la familia y desde la propia persona que recibe ese maltrato.

¿Qué es el acoso escolar y cómo comienza?

Hablamos de acoso para referirnos a un tipo de violencia que se ejerce durante un tiempo prolongado. Generalmente, suele existir un desequilibrio de poder entre la persona que es agredida y la que agrede, teniendo ésta última apoyo explícito o el apoyo implícito. El apoyo implícito se produce por la pasividad y el “silencio” de los observadores y de la propia persona que es acosada. Ésta “conspiración del silencio” se alimenta de frases como “eres un chivato”, “no tienes huevos”, “eso son cosas de niños”, “o tienen que venir educados de casa".




La persona que agrede, puede hacerlo debido a su propia frustración ante una situación que le moleste o en la que se sienta intimidado/a y debido a que no tiene otra forma mejor de afrontamiento, o simplemente para obtener poder sobre la otra persona. El acoso se mantiene en el tiempo por la pasividad del entorno que puede creer que “si pasa eso será por algo, realmente todo está bien”. Por otro lado, la víctima se mantiene pasiva por el miedo o vergüenza.  


¿Cuales son los objetivos favoritos para las agresiones?





En ocasiones los padres pueden pensar que es mejor cuanto más se proteja al hijo o hija, pero quizás no sepan que demasiada protección o demasiados límites, pueden impedir que los niños y las niñas crezcan y aprendan a vivir en el mundo real, en el que hay que aprender de los errores, en vez de evitar vivir para no cometerlos. Hay que darles las oportunidades de crecimiento y afrontamiento, y alentarles los esfuerzos, en vez de criticarles por no llegar a un “resultado” minando así su sentimiento de autoeficacia y autoestima.

Por otro lado, las personas con pocos amigos son más propensos a ser atacados, dado que son “blancos fáciles” y se ven más desprotegidos, aunque eso no es una condición que sea concluyente, dado que también las personas que los tienen pueden verse afectados al ser rechazados por sus amigos al producirse ésta situación  También pueden ser más propicias las personas que no se defienden y las que tienen algo “diferente” del resto. En algunas ocasiones, pueden ser personas “socialmente molestas” lo cual se convierte en una excusa para que la persona que agrede justifique su violencia y camufle su responsabilidad.

¿De donde sale tanta violencia en esa persona?

Nadie nace “agresor”, sino que somos según nos hayan educado, de la misma forma que nadie “nace víctima” (de hecho, podríamos hablar de persona que agrede y persona que es agredida, dado que las personas son mucho más que esas etiquetas, que no ayudan en ningún caso). El niño o niña que crece con unos padres que usan la violencia para resolver sus problemas, y tienden a pensar en término de “si no dominas, te dominarán a ti” pueden aprender que esa es la forma de resolver los conflictos.  Una vez que la persona aprende ésta forma de reaccionar, y debido a su falta de alternativas, cuando la persona se siente provocada o amenazada física o psicológicamente (por ejemplo, cuando cree que “le vacilan”), tiende a responder de forma violenta y a responsabilizar a la otra persona, disminuyendo su sentimiento de culpa, dado que es esa persona la que se siente víctima. Por otro lado, la violencia puede ser una forma de autoafirmarse, dado que piensa que hay que quedar por encima de la otra persona para ser alguien y mantener la autoestima, al precio que sea.

¿Cómo voy a pararlo yo, si aquí solo estoy para dar clase?

Hay algunas ideas extendidas en la sociedad que no ayudan a prevenir e intervenir en éstos casos. Una de ellas es la que se relaciona con la tendencia a justificar la violencia como un “rito de paso a la madurez”, “cosas de niños" o "para hacerse un hombre”. Ésta actitud distante hace que los jóvenes no confíen en el profesorado y las figuras de autoridad y las personas que agreden pueden interpretarlo como apoyo implícito.




Además, es interesante que desde el centro actúen fomentando y el respecto por la diversidad y la autenticidad, junto a una relación cooperativa e igualitaria entre los estudiantes (no dejes de echar un ojo al método Kiva). Una forma de realizar esto es mediante algunas actividades o juegos en el que se use el concepto de derechos universales. Cabe destacar que los derechos universales son el pilar donde se puede sujetar el respeto y un buen comienzo para trabajar la empatía, ya que son normas que deben acatar todos por igual al ser parte de una misma sociedad (tanto las personas que agreden como las que son agredidas).

El centro educativo, por tanto, tiene una serie de competencias y de posibilidades, pero la eficacia a la hora de intervenir y prevenir es mucho mayor si se colabora con las familias, siempre desde un punto de vista de cooperación y nunca desde la culpa.

¿Qué culpa tengo yo si mi hijo pega al tuyo?

Una vez más, no se trata de culpar a nadie, pero hay que tener en cuenta la importancia que tienen los padres o tutores en la formación de la personalidad de los niños y niñas. Desde luego, puede decirse que es más probable que usen la violencia si se han usado en casa métodos basados en la autoridad (“porque yo lo digo”) o en las agresiones en vez de usar un estilo “democrático” en el que se tenga en cuenta a la persona y sus opiniones, y se eduque en la responsabilidad. Tanto los modelos de educación basados en el “dominar o ser dominado”, como el uso de una excesiva permisividad puede fomentar la ausencia de límites y la tiranía de ésta persona (tanto dentro como fuera de casa). Se trata de darle oportunidades de protagonismo positivo cuando realiza conductas no violentas, no solo cuando usa la violencia.

Otra forma de prevenir, es educar en la empatía y en los derechos universales, dado que las personas que agreden no suelen tener en cuenta la posición de la otra persona (suelen creer que son ellos las víctimas, y se quitan así la responsabilidad de sus acciones).

¿Cómo identificar y ayudar a alguien que está siendo acosado?



Como es obvio, las personas que sufren ésta persecución, cogen aversión al lugar donde esto le ocurre. En el caso de ser la escuela eso puede exteriorizarse como un rechazo a ir a la escuela, ya sea por dolores de cabeza o similares, o incluso haciendo “pellas”. (Cuidado: puede que haya motivos reales para no querer ir, como que haya exámenes, etc.). Además, como ya hemos visto, suelen tener una red social escasa, y algunos problemas a la hora de comportarse (como irritabilidad, estar sensible a lo que se le diga, etc.). Suele verse también un cambio de actitud repentino o expresiones emocionales de tristeza o apatía, y en última instancia pueden tener evidencias de golpes o similares.
Una vez se detecte hay que crear un espacio de confianza, haciéndole saber que le creemos y le apoyamos, que no es culpable y mantener la calma a la hora de hablar con el/ella. En ese momento, la persona que es agredida, necesita recomponer el modelo del mundo, saber que realmente hay “esperanzas” en la sociedad, y que hay gente que no es así. Sobre todo, hay que escucharles atentamente ya que pueden creer que su situación no tiene solución, ni aunque se le diga a los adultos. El hecho de que decida contarlo, ya es un paso muy valiente. Es importante dejar de lado los términos que se usan en la “conspiración del silencio” como “chivato”, etc.


Además de crear este “espacio seguro y de empoderamiento” en casa, es bueno colaborar con la escuela, ya que es en ese ámbito donde sucede, y ellos tienen protocolos de actuación y los medios necesarios para llevar a cabo la prevención de éstas conductas.

¿Cómo identificar y ayudar a un agresor?

En el momento en el que se detecte una situación de agresión, hay que intentar detener la violencia sin justificarla nunca. Explicarle, de una forma en la que pueda entenderlo, cuales son las consecuencias y por qué no debe seguir haciéndolo (en un futuro puede tener problemas legales, de pareja, etc.), aportándole alternativas reales y sostenibles que le ayuden a mejorar sus comportamientos y le supongan una mejora en su vida. De la misma forma, es interesante que la persona lleve a cabo acciones reparadoras con la persona que ha sido agredida. Como ya dijimos, la persona que agrede no es solo un “agresor”, sino que es una persona sin las alternativas correctas para conseguir lo que quiere, que necesita las oportunidades de protagonismo positivo que reduzcan el comportamiento violento como medio de afrontamiento. Como siempre, también es imprescindible cooperar con la escuela para que eso no vaya a peor.


Si estás leyendo esto y estás siendo sometido a agresiones o acoso...

Has de saber que hay algunas cosas que puedes hacer, pero en ningún caso eres totalmente culpable o responsable si decides no llevarlas a cabo, dado que hay otras personas que también pueden hacer algo al respecto:
  • Intenta mantenerte sereno y no respondas a sus insinuaciones. Quizás es lo que busca.
  • Intenta hablar tranquilamente con la persona que te acosa, o simplemente ignórala o no le des importancia a sus ataques.
  • No eres responsable de lo que hace el resto de las personas, pero si de lo que haces tú. 
  • No dejes que el miedo y las amenazas te frenen. Eres mucho más que el miedo. 
  • No le sigas el juego y busca ayuda. No es de cobardes, cualquiera lo haría. 
  • No estás solo. No te aísles, busca protección en algún compañero/a que te trate bien.
  • No hagas caso de los motes e insultos: Que lo digan los demás, no quiere decir que sea cierto, además todos somos diferentes, y todos tenemos nuestras “rarezas”, que son las que nos hacen auténticos. 
  • No lo mantengas en silencio, si no lo hablas, no se solucionará. Hazlo si quieres por escrito o como te resulte más sencillo, pero hazlo.
  • No intentes buscar la justicia o entender la situación de “injusticia” contigo.
  • En el recreo intenta no ponerte en los sitios donde no haya adultos. 
  • Si tienes cualquier duda... estoy aquí para lo que necesites. Cuenta conmigo. 

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