martes, 28 de abril de 2015

¡Es que es verdad!

¿No te ha pasado nunca que discutes porque no "te hacen caso", o porque "no tienen razón"?. La mayor parte del tiempo tendemos a mirar las cosas según nuestros propios objetivos, y obviamos que existen otros puntos de vista. De ésta forma, nos sentimos incomprendidos y continuamos en una guerra por "tener la razón" que es absurda desde el comienzo. ¿Entonces estamos condenados a vivir una existencia mezquina en el que cada persona mira por su propio interés sin entender nada del resto?, ¿somos esclavos de nuestra propia ceguera, como sucedía en la novela de Saramago? Nada mas lejos de la realidad.

Es cierto que todos en alguna ocasión vemos las cosas como nos interesan, obviando otros puntos de vista o posibilidades, el punto es que lo que ahora nos interesa, puede que no lo haga en un futuro. O lo que ahora interesa a alguien (y por lo que nosotros nos podemos enfadar) puede que no lo haga en otro momento. Diferentes lugares, diferentes personas, diferente época... todo hace que varíen nuestras prioridades. Entonces, ¿Qué pasa?. Son las circunstancias de la vida las que nos marcan el camino, pero en éste camino, siempre habrá intersecciones en el que se nos cruzarán otras personas, con diferentes destinos y prioridades. Con esto me refiero a cosas que pueden ser de lo más cotidiano, como por ejemplo “yo no pondría esto aquí así que no soporto que lo haga el resto” o “como yo soy puntual, si alguien se retrasa 5 minutos le dejo de hablar”. ¿Qué entra aquí en juego? Sin duda, la aceptación es uno de los caminos a seguir (click aquí). La expresión que lo define muy bien es esa “no lo soporto” o es que "es verdad". Pero ¿qué es lo que no soportas? ¿Qué la gente no hagas las cosas como tú las harías?, ¿crees que tu verdad es la única verdad?.

 






Cuando nos damos cuenta de que nuestro punto de vista no es el único que existe, y que solo tenemos la razón “subjetivamente”, se abre ante nosotros un mundo de posibilidades. Es obvio que hay un sinfín de cosas que no podemos cambiar por mucho que queramos, y las personas son una de esas cosas. Por suerte o desgracia, cada uno ha tenido una serie de experiencias de vida, y de esa forma ha tejido un lienzo de personalidad propio, sobre el que pintar las diferentes metas, objetivos y preferencias. Pero, ¿por qué hacemos nuestros en muchas ocasiones los “diálogos 
internos” que no nos corresponden?, ¿por qué ponemos parches en nuestro lienzo con retazos que no nos pertenecen?. Solo podremos descubrir nuestro propio yo, y liberarnos de ese “yo ajeno” descubriendo cuales son las cosas con las que realmente nos identificamos y nos hacen sentir bien. Una vez que lo hagamos, nos liberaremos de gran parte de esa "mala culpa" que supone el hecho de incumplir un "debería" o "deberían" que nos vino impuesto desde fuera (quizás desde el pasado), o la "mala ira" que supone cuando los demás no cumplen alguna de esas normas. Una vez eliminados éstos retazos de lienzo "inservibles", podremos comenzar a pintar sobre nuestro propio lienzo. Quería aclarar que cuando digo "mala ira" o "mala culpa", me refiero a que la culpa de por sí no es mala, dado que ayuda a reparar errores o a prevenirlos, al igual que la ira sirve para conseguir propósitos (como ya vimos en éste post anterior).  


Volviendo al tema que nos ocupa...Si, es verdad que en ocasiones es difícil ver el punto de vista ajeno, porque nuestro punto de vista lo vemos como único e intocable. En ningún momento digo que haya que cambiar nuestro punto de vista de primeras ¡en ningún caso!. Solo flexibilizar, ponerse en el punto de vista del otro, entender que en algún momento nosotros también tenemos puntos de vista con los que la gente no está de acuerdo, dado que cada uno es un mundo. En definitiva, la solución está en ampliar la perspectiva, verlo desde otro punto de vista, entender. Ésto me recuerda mucho a los burros que llevan las anteojeras a los lados de los ojos, para que no se espanten con lo que puedan ver. Puede que no se espanten, pero ... ¡pierden la mitad de la visibilidad y no saben donde van!. La clave es preguntarse en un momento de cabreo o incomprensión: ¿en algún momento que querido algo similar?, ¿realmente piensa diferente o hay más puntos en común?, ¿cual es la mejor opción, la mía o la de la otra persona?, ¿por que motivo?, ¿de que depende que sea o no mejor opción?, ¿realmente es algo catastrófico si no se hace a mi forma?, ¿merece la pena tener mal rollo por ésto?, ¿quien dice que debe ser así?, ¿hay alguna solución intermedia o justa?. Negociar, entender, aceptar. Solo eso. Creo que Kant lo ilustró de forma magistral en una de las formulaciones de su "imperativo categórico". 

«Obra sólo de forma que puedas desear que la máxima de tu acción se convierta en una ley universal».

Puede parecer sencillo de leer, pero en la práctica soy consciente de que es algo tremendamente complicado de hacer, dado que nos hemos criado con la necesidad (recalco ésta palabra) de que todo sea de color de rosa, de que no haya ninguna barrera en nuestros propósitos y de que nos bailen el agua en todo momento. ¿Es egoísmo? Bueno, hay quien diría que el egoísmo es algo sano, y creo que lo es, dado que nadie más que nosotros puede defender nuestro propio bienestar e interés. No obstante, hay una diferencia entre el egoísmo y la mezquindad. ¿Nos hemos criado en una sociedad que fomenta la mezquindad, la vileza?. Puede ser que la sociedad premie a éste tipo de personas, pero en nuestra mano está seguir ese camino o simplemente apostar por nuestro futuro sin entrar en esa guerra constante de poder.  

Y bien, ¿quién se somete cuando hay diferencia de perspectivas?, ¿la persona que se rinde ante la ira de alguien, o la que reacciona de forma irascible por miedo a la culpa, quizás fruto de su propia frustración y baja autoestima?, ¿no será quizás, que proyecta en los demás su propio sentimiento de incapacidad?. Sin entrar en éste tema que ya hemos tratado anteriormente terminaré diciendo que: Una vez más, se trata de un juego de intenciones, un juego de perspectivas en el que el único sometido es el que no entiende que hay más formas de ver las cosas. 

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