viernes, 14 de diciembre de 2018

Comer emocional

Nuestro estado emocional en muchas ocasiones marca la forma de relacionarnos con la vida, con las personas, y por supuesto, con la comida. De esa forma, hay personas que cuando tienen elevados nivel de ansiedad comen en exceso. Es muy sencillo confundir las sensaciones de hambre con las de ansiedad, a la vez que es difícil darse cuenta de la sensación de "estar lleno" cuando se está atento a otras estimulaciones como la TV, una reunión multitudinaria o incluso los propios pensamientos. Existe, además un estilo de "comer emocional" en el otro polo: el polo restrictivo. 

Como ya vimos en post anteriores, la gestión emocional es un aspecto de las "dietas" que pasa muy desapercibido, aunque se ha demostrado que es de vital importancia. Los buenos hábitos o "trucos conductuales" pueden ayudar (comer en plato pequeño, no llenar el tenedor hasta que no se termine el bocado, estar atento a la comida y no a la TV, etc.), pero no dejan de ser la "punta del iceberg" cuando hay necesidades emocionales de base. 

Por una parte, el aprendizaje es uno de los factores a tener en cuenta. Lo que aprendemos en casa cuando somos niños, marca en gran parte el estilo que tenderemos a tener en lo que se refiere a la relación con la comida y el momento de comer (viendo la TV, etc.). Asimismo y de forma transversal, se transmiten valores relacionados con el trabajo, el autocuidado, el autocontrol, los límites, etc. 

En mi opinión, dando importancia a la comida, se da importancia a quien se la come. Bien es cierto, que cada persona y familia dan más importancia a "un aspecto" determinado de la comida, como puede ser el sabor, en detrimento del valor nutricional. Pero todo es una cuestión de forma ¿se trata de comer alimentos sabrosos (normalmente muy calóricos), o de prepararlos de una forma sabrosa?. 

El estilo de vida también es algo que se "contagia" dentro de la convivencia, ya que de alguna forma se tiene que compartir las tareas y decisiones. De esa forma, si alguno de los miembros tiene un estilo más pasivo o sedentario, es fácil que de alguna forma se tienda hacia ello (en general, ya se sabe que se tira a la comodidad). 

En cualquier caso, nada de esto es suficiente para marcar definitivamente el comportamiento que tenemos respecto a la comida, ya que finalmente somos nosotrxs los que decidimos en base a lo que queremos. Para ello, es fundamental tener un cierto conocimiento de nuestras emociones, y escucharlas para poder gestionarlas adecuadamente. 

Algunas de las situaciones que pueden desencadenar un comportamiento "emocional" ante la comida pueden ser: los exámenes, el aburrimiento, las celebraciones y reuniones sociales, el alcohol, la "buena pinta" de algunos alimentos, el hambre excesivo, el "fracaso" de una dieta, etc. En definitiva, cada persona tiene sus "momentos preferidos" para usar la comida como una vía de escape ante sus emociones o simplemente como un pretexto. 

Es importante encontrar cuales son éstos momentos para poder abordarlos de una forma diferente, o simplemente, disfrutar de ellos. Si sientes que necesitas una pequeña ayuda al respecto, quizás te ayude acudir un profesional de la salud mental. 

En conclusión, el  estilo de comer emocional se define por tener una "perdida de control" (la restricción patológica también es una pérdida de control) ante la comida y usar la comida como forma de "gestión emocional", aunque no tiene por qué convertirse en un problema. De hecho, y como siempre digo, de vez en cuando hay que darse un gustazo. Pero no convertir el "gustazo" en la norma, o como forma de afrontar la realidad. Simplemente imagínate comiendo todos los días el plato que te gusta ¿seguiría siendo igual de apetecible, o perdería su valor día tras día?. Si causa o no causa dificultades en el día a día, es decisión de cada persona. 








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